CARLOS MORALES

 

TRATADO DE LA VOLUPTUOSIDAD

 

 

 

          En Las bacantes, y desde que aspiró la luz su primer libro, Marejada, en 1982, la poesía de Mercedes Escolano, escrita sobre el mar, contiene al menos dos constantes significativas y fundamentales: la búsqueda honesta y desmasculinizada del universo sensual de la mujer, y el uso de la ambigüedad como actitud y arma estética hacia la belleza.

 

          En el primer aspecto temo entrar. Solamente apunto que la literatura femenina ha comprendido la sensualidad de la mujer con evidentes y netas connotaciones masculinas. Quizás no se equivoque Anaïs Nin cuando afirma que, en este punto, el varón ha hecho más por la mujer que la mujer misma. Creadores y creadoras son conscientes de que el desarrollo histórico de las sociedades ha otorgado a mujeres y varones una definición social que los aparta radicalmente de la naturaleza. Mercedes Escolano está dentro de esta corriente –no especial ni genuinamente femenina– del complicado proceso de naturalización, que viene a ser lo mismo que apartarse de la moral socialmente establecida para acercarse a nuestra verdadera dimensión sensual y afectiva; definitivamente hacia el hombre y la mujer. De esta clarificación depende el futuro de la humanidad. La pregunta es: la abierta sensualidad que exhalan Las bacantes, ¿es la, o al menos una, respuesta erótico-afectiva de la mujer?, ¿se desliga o no del universo masculino? Preguntas estas a las que no voy a contestar.

 

         Mercedes Escolano persiste en la idea de la ambigüedad como única arma para acercarse a la belleza. En este aspecto, Las bacantes son un giro radical respecto a Marejada en cuanto a los elementos estructurales que usa para acceder al objetivo. La poesía de Mercedes Escolano sigue siendo en Las bacantes más sugerente que clarificadora, pero no mediante un lenguaje discursivo, sino a través de un lenguaje fotográfico. Las bacantes muestra, más que demuestra, obliga al lector al uso global de todos los sentidos. Esta vez la autora rechaza el cierto –sólo cierto– barroquismo de su primer libro, por una más intensa reducción del lenguaje a sus elementos más fundamentales, de una forma lúdica pero no inconsciente. No encontrarán el malabarismo lingüístico de Ana Rossetti ni la oscuridad conceptual de la metáfora de Blanca Andreu, pero sí un recipiente de color mediterráneo entre lo griego y lo árabe; un recurso a la antigüedad como medio y no fin; una expresividad intensa que nos lleva desde la serenidad a la vorágine, de lo cáustico a lo tierno. Mediante un lenguaje en que la imagen es lo sustancial, Mercedes Escolano encuentra una belleza que trasciende de su propia intimidad y que nos es mutua a todos: la belleza sensual que existe en cada cosa. Poemas cortos de un ludismo intenso y provocador. Y a quien tenga el mar a la puerta de casa mi enhorabuena. Porque Las bacantes es para leerlo mientras vocean las olas, desnudo a ser posible, y terriblemente humano.

 

Madrid, Abril 1984

 

 

 

(Publicado en Mercedes Escolano, Las bacantes, Editorial Catoblepas, Madrid, 1984, páginas 10 y 11)