ANA SOFÍA PÉREZ-BUSTAMANTE MOURIER

 

HOTEL AMOR (PUNTO ES)

 

 

          No es bueno que la imaginación del hombre esté sola. Tampoco la de la mujer (claro). Consciente de ello, la Red de Paradores Poéticos Nacionales tiene el placer de ofrecer a sus clientes mil y una noches para pensar el amor (o el sexo) a través de un jardín de pasillos que se bifurcan en pasillos que luego se bifurcan en el sexo (o en el amor): As you like it (como lo prefieran).

 

          Nuestra oferta se acoge a una imagen de Edward Hopper. Un refinado pintor de la intimidad. Pero “hopper”, saltamontes en inglés, acaso encubra un juego de palabras con “hope” (esperanza), “hoper” (el que, sin duda esperanzado, espera).

 

          Acaso estaba esperando usted los poemas de Mercedes Escolano. Amor lúdico y sensual, modelo urbano. Un punto decadente (hermosa de ojos sucios). Masoquista (tu desprecio adoro). Decadente y sadomasoquista (su club de fans abandonados). Mujer fatal flota en el alcohol para olvidarlo todo. (Ojo, que de la pensión barata y amarilla hemos pasado a la lujosa suite, y las medidas de cintura o decibelios no necesariamente son las de cartera). Mujer del mal amor: siempre se equivoca al escoger pareja. Paloma brava en tranvía llamado deseo. Francamente peligrosa: tóxica, mejor (A oscuras, ¿qué vale el hombre/ sin su moneda?). (Nos da miedo el cinismo: el desnudo mental, insolente y veraz como el de un perro). Vestida para matar en las distancias cortas pero no te confíes: profundamente desengañada. Como quien dice, apoyá en el quicio de la mancebía. Decididamente una camarera de Cheshire que fuera toda labios de rouge. Terror en el hipermercado, horror en el ultramarinos: la chica ha desaparecido. ¿Dónde? Yo he leído un poema aún secreto de Mercedes Escolano que podría darles una pista, pero no se lo revelo. No, nada diré de su casa ordenada y silenciosa como la buhardilla de los gatos amantes de Baudelaire. En resumen: la suite Mercedes Escolano no es apta para cardiacos. No incluye saludable desayuno. Sí juguetes y máscaras. Si hubieran ustedes de perecer allí pudiera ser que muriesen envenenados al apurar su copa de champán. Al fondo, muy al fondo, hay una mujer que se mira y se fantasea en el espejo.

 

          Tal vez usted estaba esperando los poemas de Josefa Parra. Amor serenamente neopostromántico. Sabe a vacío que se mintiera una esperanza (quién sabe si el trueque de la carne/ no fue, de alguna forma, una promesa). Un toque de Andalucía provenzal (Un patio con macetas y un árbol de damascos). Insinuación de niña abandonada por hombre miserablemente hermoso. Invocación al erotismo de las sirenas, en un cuarto con olas y mareas y espumas que llegaran hasta la cama. Una amazona cansada anhela la vida retirada de quien firmó la paz o perdió al fin (o se dejó ganar) la guerra. Una Circe que se engañara a sí misma con un espejismo “soñado pero mío, mentira pero hermoso”. Una voz que reniega de la flor venenosa del amor para entregarse, rencorosa, a los suburbios azules del deseo. Una voz que se hurta del deseo porque teme que vuelva a transformarse en amor. Y al final, en la doble soledad de los hoteles, la carne en sus brizados pabellones. En resumen: el bungalow Josefa Parra no es apto para corazones frágiles o tornadizos, niña Isabel: sus flores de romero mañana serán hiel. Si apareciera aquí un cadáver, tengo para mí que habría muerto atravesado, como las palomas amantes de las leyendas de Washington Irving, por un alfiler de pelo. Al fondo, muy al fondo, hay una mujer que sueña con abolir el azogue del espejo, con la pureza no del cristal: del aire. O acaso con un aire velado de azul. La E de sEnsual, de Erotismo, como la del silEncio, en realidad ha de ser como la de “roug(e)”: una E muda.

 

          Mercedes es coquetamente descarada. Josefa es descaradamente coqueta. Y al revés. Para Mercedes, Lisboa. Para Josefa, las playas de Marruecos. O todo lo contrario. Aquí se ofrecen en cierto modo unificadas en tanto que unidas, pero el investigador privado ha de saber un poco de tipografía: Mercedes escribe en Times New Roman y en Bookman Old Style escribe Josefa. (Todo es siempre tan significativo).

 

          La Red de Paradores Poéticos Nacionales les advierte que es peligroso asomarse al exterior. Que más peligroso aún es asomarse al interior. La Red de Paradores Poéticos Nacionales les invita a asomarse, a confundirse, a bifurcarse en Mercedes Parra y Josefa Escolano. Pero bajo ningún concepto se hará responsable de los daños que puedan derivarse. Como bien dice el refrán, cave amorem: cuídate tú, oh huésped enamorado de la poesía, de las fauces, felices si feroces, de los versos. Y de todas las “Es” mudas.

 

(Prólogo a Mercedes Escolano y Josefa Parra, Habitación de hotel, La Compañía de Versos Anónimos, Granada, 2010).